Yo como con palitos
Quiero
comenzar esta sección de anécdotas de cosas que sucedieron en el ámbito scout,
ya sean del tipo graciosas, de reflexión u otras, sean que hayan pasado en un
campamento, en una salida, una caminata o en el patio.
Por
supuesto, demás está decirles que aquellos que quieran y lo desean pueden
colaborar con sus propias anécdotas para publicarlas aquí.
“Spoiler – Spoiler (revelación –
destripar)”
Para hacerla corta, por si alguno de
Uds. de verdad no quiere leer todo hasta el final, el título de esta anécdota
es simplemente la respuesta impulsiva de un lobatito a una situación dada.
Para comprender el remate de la
frase, primero tengo que narrarles el contexto general de lo que aconteció alrededor. Así que prepárese un matecito y siéntese. ¿Listo? Comencemos.
Hace varios años ya, cuando
recién habíamos ingresado al grupo, y mis hijos mayores tenían la edad de los scouts.
Sucedió que, en el negocio del supermercado chino se habían mudado un
matrimonio joven con un hijo varón de unos nueve años. Al principio el niño era tímido, pero poco a poco nuestro protagonista, se
integró a los juegos de los demás chicos del barrio y juntos trepaban árboles,
jugaban a las escondidas, andaban en bicicleta y también se lanzaban en
patineta por el desnivel de la calle del costado solo para poner de punta de
pelos a los adultos del barrio. En fin, cosas de niños, ¿Quién no ha sido niño
y un poco aventurero y no ha hecho preocupar por demás a los adultos? Nada del
otro mundo.
Como supongo que ya se lo habrán
imaginado, mis hijos lo invitaron al patio scout. Por aquellos tiempos mi
señora y yo dejábamos de ser padres colaboradores y dábamos nuestros primeros pasos como educadores scout, siempre bajo la
supervisión del jefe. El jefe, del grupo scout, quien hoy está en el campamento
eterno, era un hombre de mucha presencia, de porte imponente, un adulto ya en
canas con una larga y protuberante barba que causaba impresión a primera vista
y que se hacía respetar con su vozarrón. Bueno, para describirlo sencillo y rápido, el
jefe era una mezcla entre un Papá Noel sonriente y un abuelo gruñón.
Sucedió que aquel sábado llovió,
lo que hizo imposible jugar en el patio y no quedó otra que irnos todos a
refugiarnos al cubil de la manada. Los más pequeños se sentaron primero alrededor
de las mesas dispuestas a lo largo, y el resto nos amuchamos alrededor. Fue una
agradable tarde, con el particular sonido envolvente de la lluvia y ese
petricor de las primeras gotas que quedó atrapado dentro del recinto.
Luego de numerosos juegos,
canciones, adivinanzas y demás yerbas, cuando los rovers sirvieron ese reviro
caliente recién salido del fuego y distribuyeron generosamente el mate cocido
dulce, sucedió algo curioso que no vale la pena contar simplemente porque no
viene al caso de nuestra historia.
Por eso, luego del rezo y de terminada
la merienda, una vez más un suceso cualquiera inspiró a nuestro jefe, asiduo a
dar grandes charlas y sermones, monólogos estos que algunas veces eran para dar
ejemplo, otras para enseñar, otras para inspirar y otras simplemente para
despertar consciencia.
Lo que sí es que en lo mejor de
su soltura y de sus grandes gesticulaciones, mirando fijamente a uno que otro
scout o lobato dijo:
Ø …Hay que aprender a ser verdaderamente responsables
e independientes...-
(Pausa dramática)…
Ø …Y tienen que entender que cuando ya estén
en el campamento deberán de arreglárselas como sea y solo con lo que llevaron.
Ø …¿Cómo creen que será cuando realmente les pique
el estómago y tengan mucha pero mucha hambre y encima se olvidaron sus
cubiertos? Habrá que comer con la mano o
acaso, ¿Uds. comen con palitos?
Y el chinito, nuestro nuevo lobatito,
mirándolo asombrado dio una rápida e inocente respuesta:
Ø Yo como con palitos.
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